martes, 31 de marzo de 2009

Un año después- Por Ruben Telechea

Por estos días se cumple un año del lanzamiento de la Resolución 125 por parte del gobierno nacional. Aquello que en un primer momento parecía casi una simple medida administrativa, terminó desembocando en el hecho político de mayor relevancia de los últimos años.

Este aniversario puede servir para sacar algunas conclusiones. El transcurso del tiempo suele permitirnos reflexionar con menor apasionamiento, aunque en este caso, al estar el conflicto todavía latente, resulta difícil abstraerse de subjetividades.

Trataré de recordar algunas frases que se fueron diciendo a lo largo de este tiempo:

-Queremos reglas de juego claras y estables (“Queremos trabajar en paz con reglas de juego estables”- Luciano Miguens – 14/7/08)

El año pasado, cuando los precios de los granos subían y el gobierno intentó instaurar el régimen de retenciones móviles, la gente del campo decía que no querían cambios, que las reglas debían ser estables. Así lograron (Cobos mediante) que las retenciones queden en los mismos niveles que estaban.
Pero ahora, que lo precios internacionales bajan, quieren que cambien, por supuesto que reduciéndolas.
Queremos que las reglas sean estables.... si nos benefician.

-Paro agropecuario (“Seguimos el paro agropecuario” – Alfredo De Angeli –1/4/08)

Cuando un obrero va al paro sabe que probablemente pierda su salario de esos días.
Cuando un empresario comercial o industrial hace lockout (paro) también sabe que tendrá pérdidas: los días que no vende o no fabrica, nunca podrán ser totalmente recuperados.
Pero un paro agrario, ¿en qué consiste?. Porque es muy fácil quedarse a un costado de las rutas (cuando no cortarlas) o no comercializar la producción, total la soja sigue creciendo o los animales se siguen criando. Esto sin tener en cuenta algo que la mayoría suponemos: que mientras los patrones estaban en las rutas, los peones seguían haciendo sus tareas con normalidad.
Entonces, paro no hubo. Lo que hubo fue desabastecimiento, sea porque no enviaban sus productos para ser comercializados o porque impedían el paso de los demás (o ambos).

-La soja casi no tiene rentabilidad
(“Aquí se ha llegado al límite mínimo de rentabilidad” – Mario Llambias- febrero 2008)

La gente del campo decía que era imposible hacer frente a una suba de las retenciones, porque de ser así trabajarían a pérdida. Un año después, con los precios internacionales desplomados y con una sequía de una magnitud única en 50 años, vuelven a decir que la soja da pérdida.
¿Mentían hace un año o ahora? (o en ambos momentos).


-El gobierno nos pone enormes trabas burocráticas
(Las prohibiciones y trabas "burocráticas" afectan a la exportación – Hugo Biolcati – 29-11-08)

En el léxico de los patrones del campo “poner trabas burocráticas” significa solicitar comprobantes de pago de impuestos, facturas de las operaciones y demás información que a cualquier empresario se le pide para estos menesteres. Resulta sorprendente que realicen estos planteos.
¿Será porque como dicen algunos gran parte de su operatoria es en negro?.

-El campo es Patria (“Ahora la gente entendió que el campo es Patria” – Alberto Gioino 2/4/08)

Además de tener una reminiscencia bastante ingrata con épocas que felizmente quedaron en el pasado, el campo se apropia de algo que no es privativo de ese sector.
¿No hace patria un maestro, un industrial que da trabajo y paga sus impuestos, un médico o cualquier ciudadano respetuoso de la ley?.

-Los productores de 100 ó 200 hectáreas son casi campesinos pobres. (“En el campo hay muchos pobres. Estadísticamente hay 230 mil productores de subsistencia” – Luciano Miguens - 12-8-08)

Mucha gente de la ciudad también repetía esta frase. Me gustaría hacer un par de cálculos para ver si esos chacareros son efectivamente pobres.
Si tomamos un campo de 150 hectáreas a un valor promedio de U$S 5.000 la hectárea (llegan a valer U$S 15.000) nos da un valor aproximado de U$S 750.000. Si se le agregan las maquinarias necesarias, estamos en un patrimonio superior al millón de dólares.
No conozco pobres que tengan un millón de dólares.

Algo que también merecería ser analizado es el comportamiento de un gran sector de gente de la ciudad que apoyó (y apoya) los reclamos de los patrones del campo. Pero esto mejor dejémoslo para otra oportunidad.

Rubén Telechea