miércoles, 29 de julio de 2009

Representatividad y participación rumbo al bicentenario

Por: Anibal Rushan
Siempre hubo y hay entre nosotros un remanente de representantes y transmisores de aquel fuego sagrado que ardió en los corazones de Moreno y de Belgrano.

Estamos en vísperas de cumplir 200 años de historia como nación. Una historia que, a instancias de quienes con genuino sentir independentista ofrendaron sus vidas generosamente, fue adulterada por aquellos que montados en la victoria de los verdaderos patriotas, malversaron nuestra libertad, sometiéndonos solapadamente a los poderosos que, ya por la fuerza, ya aprovechando el servilismo de los cipayos, esclavos de sus propias ambiciones y por ende incapaces de gestar emancipación, nos otorgaron graciosamente la tarea de meros generadores de "commodities" y desde el primer siglo de nuestra historia, sistemáticamente, desarticularon cualquier intento de desarrollo productivo y de crecimiento que pudiera conducirnos a ser una verdadera nación soberana.

Este derrotero indudablemente fue propiciado por una falaz representatividad y por una escasa participación de los sectores populares, que hasta el advenimiento del peronismo, en 1945, fueron silenciados y sometidos por los concentradores del poder, beneficiarios de la entrega, e impulsores de la “colonia prospera”, que ha mudado su fachada, mas no su esencia a lo largo de estos casi 200 años.

Pese a ello, y aunque la historia oficial a tratado de ocultarlo, siempre hubo y hay entre nosotros un remanente de representantes y transmisores de aquel fuego sagrado que ardió en los corazones de Moreno y de Belgrano, por citar a alguno de los verdaderos padres de la patria.

A estos, si bien no pudieron soslayarlos, trataron de igualarlos con los Mitre, los Sarmiento, los Roca, representantes dilectos del pensamiento entreguista, peor aun, genocida y traidor.

El canto popular nos señala que “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga” (Lito Nebbia), hoy en las postrimerías del segundo siglo de nuestra incipiente historia, es menester conocer “la otra historia”, no por mero capricho revisionista, sino mas bien como instrumento indispensable para comenzar a escribir, en este bicentenario, la historia grande de los argentinos, una historia que nos incluya a todos, que hable y sea representativa de cada uno de nosotros, que ya no sea el reflejo de la ambición de unos pocos, sino del sueño de todos los argentinos, y eso solo se logra con mayor participación y representatividad genuina de los intereses y las necesidades del pueblo en su conjunto.