lunes, 3 de agosto de 2009

La “patriotización” de la pobreza - por Orlando Barone

Fuente: orlandobarone.blogspot.com
La pobreza ya no es lo que era: no es la pobreza exclusiva de los pobres. O la de los que sin ser pobres sentían y sabían de la pobreza. Tampoco es la causada por la pobre repartición de la riqueza. Ni es la eterna pobreza paralela a la riqueza por lo cual nunca se juntan. Salvo que, por alguna fuerza excepcional, la pobreza sea invitada a compartir la riqueza, y ésta a cederla en impuestos. Pero esa es historia antigua.
Y terminó el otro día en La Rural, porque los pobres que eran pobres ya tienen quien les cante: son los ricos. Sí, los apropiadores de la riqueza se apropian ahora de la pobreza. Esa palabra logra hacer piadosa a la voz más saqueadora. Insólito acto de filantropía y solidaridad- que no nace en un arrabal del fracaso- sino en un latifundio de poder, palacios y negocios, camuflados de Martín Fierro y vestuarios de carpincho y vicuña. La soja, el feed lot y la cuota Hilton son los nuevos “descamisados” de la época. El presidente ruralista, la Mesa de Enlace y desenlace, y los campestres gourmets del ojo de bife- arrendatarios a perpetuidad de la patria de diseño privado- se autoproclaman los mensajeros del bien que acabarán con la pobreza. Y con la torcida farsa de que los ricos son los verdugos de los pobres. No: si son sus redentores. Un fantástico fenómeno de trasvasamiento cultural nos cunde. Es que a la derecha no la contenta poseer solamente la derecha.

Y ya adueñada del centro, se apropia del progresismoy de la izquierda. La patria, el himno, los próceres vuelven a sus orígenes. Pobres los pobres que largamente fueron instigados con insidias a enfrentar a los ricos. Y hoy son estos quienes se empeñan en salvarlos, sin rencores. ¡Pobres venid a mi! clama Hugo Biolcatti desde su Coliseo colmado de vivas populares agradecidas. Por eso, si hay pobres convencidos de este nuevo regalo de los ricos, que se convenzan nomás. La naturaleza nos concede indiscriminadamente el instinto. Lo tienen desde el insecto al homo sapiens. Aunque sea estúpido. Y quien deja que le birlen el instinto es libre de merecer el vaciamiento. Ya no es un problema de comunicación intencionada, oblicua o capciosa. De si un diario es “sojerista”, una radio es el campo y un periodista es rentado por el ideal del granero del mundo. No se trata de si un gobierno es competente o incompetente. Y ni siquiera de políticos cautivos de su impaciencia narcisa y su mutación ideológica. Tampoco de sociedades desorientadas que dudan en cómo hacer bien el amor y criar a sus hijos, que no tienen por qué saber cómo pensar la política. Hoy, ¡al fin!, la pobreza argentina se reencuentra con sus redentores históricos del surco y la gleba. Peones y obreros, excluidos y jornaleros, pónganse todos el poncho. La cabeza de cada uno es su patrimonio y su demonio. Si los gana la soja no chillen cuando se conviertan en chanchos.
Carta abierta leída el 3 de Agosto de 2009 en Radio del Plata.