martes, 16 de septiembre de 2008

Compañeros


No deja de sorprenderme la manera en que la memoria vuelve para jugar con nuestras emociones, no es fácil aceptar que en un momento poco oportuno nos asalten sentimientos escondidos en ese misterioso laberinto de los recuerdos, y que las lágrimas aneguen nuestros ojos, mientras nuestra vos se quiebra tras el nudo en la garganta. Pero, ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Como no pensar en lo que pudo ser? ¿Como no estremecerse ante las imágenes que la bendita memoria hace aflorar ante nosotros?

Los personeros de la “colonia próspera, corrupta y cipaya” hablarán de otra cosa, utilizarán palabras como, demagogia, populismo, cúmulo desmedido de poder (cualquier semejanza con lo que hoy sucede…) pero, ni su grandilocuencia ni sus esfuerzos serviles por encajarnos de prepo el monóculo con el que pretenden hacernos ver la historia, podrán borrar la imagen del trabajador sonriente, del niño feliz, del anciano respetado, del pueblo amante de su líder congregado en la plaza, de las chimeneas humeantes, de la dignidad del trabajo, del techo propio, de la salud, la educación, la recreación. “Colaboración social, dignificacion humana” es que como dijo el líder “el reconocimiento de la esencia de la persona humana” es “la base de la dignificacion y el bienestar del hombre” y además “el amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menor tiempo del que ha costado a la humanidad la siembra del rencor,” es por eso que “El grado ético alcanzado por un pueblo imprime rumbo al progreso, crea el orden y asegura el uso feliz de la libertad”.

Mas de medio siglo después de pronunciadas estas palabras, en medio de una inusitada crisis de valores, (exterminio de quienes podían enarbolar estas banderas mediante) la colonia próspera sigue sembrando la muerte por desnutrición de nuestros niños, la muerte por abandono de nuestros ancianos, la desesperanza de un pueblo sin futuro ni sueños.

Pero como el Fénix, el movimiento nacional y popular sigue vivo entre las cenizas y una vez mas se alza por sobre las miserias y los despojos, sobre traiciones y servilismos, y renace de la mano de quienes guardaron en sus corazones y en sus memorias la braza de la militancia, la mística del compromiso con el sueño de la patria liberada.

Con lágrimas en los ojos, sí, y viva la memoria, por el 45, por los 70, por los que ya no están, por nosotros y por los que vendrán.
¡Vamos compañeros!


Aníbal Rushan

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